PROCLAMA DEL SR MINISTRO DE DEFENSA CON OCASION DE CELEBRAR EL CXXXIII ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE ARICA Y DIA DE LA RENOVACION DE PROMESA DE FIDELIDAD A LA BANDERA
Ciento treinta y tres años después, gracias a la imperecedera lección de entrega y valentía del coronel Francisco Bolognesi y los hombres que lucharon a su lado, la gesta de Arica es una de las mayores fuentes de inspiración patriótica para cada soldado de nuestro Ejército.
Se trata de una inspiración que se manifiesta en la contingencia de defender la soberanía amenazada, como fue el caso de los célebres defensores del Morro, pero también en cada misión que nuestros actuales hombres de armas llevan a cabo día a día. Esto es, cuando enfrentan decididamente el terror que las huestes criminales intentan diseminar en el interior del país, cuando contribuyen activamente con el desarrollo nacional en las zonas más recónditas del territorio, y sobre todo cuando lo hacen observando un irrestricto respeto a la Constitución a la ley. En cada una de estas acciones actualizan y rinden honor al legado y a la figura del coronel Francisco Bolognesi.
Bolognesi, el hombre, el peruano nacido con el sello indeleble del heroísmo, siempre dio muestras de este ejemplo de vida, aun antes de manifestar la decisión de cumplir los sagrados deberes hasta quemar el último cartucho. Una de esas demostraciones tuvo lugar casi una década después de haber pasado a la situación de retiro. Tenía entonces 63 años de edad, y había ya ejercido la Comandancia General de Artillería durante tres años. Fue entonces cuando estalló la guerra con Chile, y sin considerar rango ni posición, Bolognesi decidió volver a ofrecer sus servicios a la Nación, aun cumpliendo una posición subalterna en el ejército desplegado en Tarapacá. Pero pronto su inagotable valor lo llevó a asumir el comando de la tercera división, donde se distinguió en los enfrentamientos de San Francisco y Tarapacá.
Roque Sáenz Peña, el político y abogado argentino quien sirvió como voluntario en el ejército peruano, combatió al lado de nuestro gran coronel y lo describió como un cabal soldado, dueño de una “voz clara y entera”, con años y pesares capaces de platear cabellos y barba, pero a la misma vez de proyectar un rostro “enérgico y viril”. Y fue precisamente Sáenz Peña quien dio testimonio de la infatigable entrega y disciplina de nuestro héroe, revelando que llegó al extremo de combatir en Tarapacá con una altísima fiebre, y que fue en esa misma condición que se hizo presente en todas las jornadas previas a la Batalla de Arica.
Como también lo señala Basadre, fue la altivez ante la muerte lo que destacó en la personalidad de Bolognesi y lo que a su vez sobrecogió a sus compañeros de armas.
La posibilidad de la muerte ante un desigual enfrentamiento jamás arredró al coronel Bolognesi. Tres días antes de la batalla final, escribió una misiva solicitando refuerzos en lo que calificó como “tal vez las últimas palabras de los que sostienen en Arica el honor nacional”. Y la carta la continuó con expresiones de gran valor, como aquella que dice: “Tengo en frente cuatro mil enemigos poco más o menos, a los cuales cerraré el paso a costa de la vida de todos los defensores de Arica, aunque el número de los invasores se duplique”. También anticipó en idéntico espíritu de heroísmo que cumpliría con su deber “hasta el sacrificio”. Y todo ello sin perder consciencia del legado histórico que encerraba su determinación. Por lo cual, concluyó aquella carta a sus colegas de armas, diciendo: “El Perú entero nos contempla. Ánimo, actividad, confianza y venceremos sin que quepa duda”.
La heroica resistencia de Arica el 7 de junio fue cruenta y por ello ha convocado históricamente tanto el dolor como el orgullo nacional. El número de los invasores aumentó, como lo previó nuestro coronel, pero ello no disminuyó la firmeza de la defensa territorial. “Palmo a palmo y con empeñoso afán fueron defendidas nuestras posiciones hasta el Morro”, reveló un parte de guerra escrito por el comandante peruano Manuel de la Torre dos días después del enfrentamiento. La diferencia de 5 a 8 mil soldados por parte del ejército enemigo frente a los 1,600 con los que aproximadamente contaban nuestros batallones explica el resultado militar de la batalla. Pero a su vez, la entereza de nuestros hombres, encabezados por Bolognesi, More y Ugarte, se superpone a la crudeza de los números. Aun las fuentes enemigas dieron cuenta de dicha entereza, pues el corresponsal del diario chileno “El Mercurio” escribió que casi al finalizar el enfrentamiento “sólo More y Bolognesi continuaron haciendo fuego con sus revólveres”. Sin duda, el inmortal rechazo del coronel a la solicitud de rendición del enemigo se hizo patente en cada acción.
Pero sería injusto reducir aquella gesta de Arica al heroísmo individual, por más aleccionador y honroso que sea. Dicho heroísmo representa y se sostiene al mismo tiempo en una suma de acciones colectivas. El Ejército de nuestro país es y debe ser una expresión de nuestra condición de Nación, de sociedad comprometida con los altos deberes patrios. Así fue en la campaña del Sur en 1880, y así debe ser hoy mismo en los desafíos por la pacificación nacional en el VRAEM.
En Arica, los jóvenes oficiales y soldados, quienes acompañaron a los mayores como Bolognesi en la decisión de resistir hasta el final, de no ceder ante la tentación de una rendición anticipada, fueron “exponentes genuinos del pueblo tacneño, tarapaqueño o ariqueño”, como apunta Jorge Basadre. Dice nuestro ilustre historiador que los anónimos protagonistas de la Batalla de Arica fueron, en realidad, “gente trabajadora y representativa de distintas clases sociales”, cuyo “sacrificio consciente tiene una capacidad inextinguible para conmover y para asombrar a través de las sucesivas generaciones”.
Tal sacrifico también debe estimularnos el día de hoy, no sólo a los miembros de nuestro Ejército y de las Fuerzas Armadas en general, sino también a cada ciudadano, a cada peruano, en la posición o el lugar en que se encuentre. Quienes visten el uniforme de nuestro glorioso Ejército son herederos del coronel Francisco Bolognesi y, como ya ha sido dicho, deben honrarlo en cada misión que desempeñen, pero también quienes desde otros roles colaboran con el desarrollo de la Nación, en paz y democracia, deben sentirse representados por aquella multitud de tacneños que no dudó en enrolarse para dar su vida por la patria. A ellos también les rendimos honor en esta ceremonia y dedicamos cada acción en pro de la paz y del respeto al orden constitucional.
Y al recordar la gesta que hace 133 años protagonizaron hidalgos compatriotas, también tributamos un sentido homenaje a nuestros soldados de hoy. En el pasado fue un invasor foráneo en el sur del país; en el presente son las huestes del narcoterrorismo en el VRAEM. Las misiones y las realidades cambian, pero permanecen el patriotismo y la entrega incondicional. Por ello, valerosos oficiales y soldados de nuestro tiempo, reciban en esta hora el agradecimiento de la inmensa mayoría de peruanos cuyo anhelo es vivir y desarrollarse en paz. Gracias a la entrega y profesionalismo que imprimen en todas sus acciones, podemos afirmar con certeza que esta legítima aspiración nacional prevalecerá siempre sobre cualquier episódica y aislada manifestación de terror.
Es también nuestro sincero deseo que en la fidelidad que hoy expresan a la bandera, en el recuerdo y el homenaje del más grande héroe del Ejército del Perú, renueven las fuerzas y el compromiso necesario para continuar sirviendo a la Nación con el mismo espíritu patriótico que distinguió al coronel Francisco Bolognesi y a todos los combatientes de Arica.
Si la patria los llama a entregar la vida en su defensa, recuerden lo que Bolognesi y los hombres del Morro entregaron a la memoria colectiva de nuestro país. “Bolognesi y sus compañeros están siempre acompañados por un cariño y un respeto espontáneo y multitudinario –dice el citado historiador nacional- porque al inmolarse, le dieron al Perú algo más importante que una lección de estrategia: le dieron símbolos nacionales, aliento misterioso para el alma colectiva. Y es que el dolor puede ser la mayor fuente de júbilo, de reanudación de tarea nueva”… En esa tarea de paz y desarrollo continúa el Ejército del Perú,continuamos todos nosotros.
¡Viva el gran coronel Bolognesi!
¡Vivan los valerosos combatientes de la gesta de Arica!
¡Viva el glorioso Ejército peruano!
¡Viva el Perú!